15 de Agosto, 2018 Antonio Mata

A mediados de los años 90’s del pasado siglo (como pasa el tiempo!!!) trabajé en una empresa de formación como responsable del área informática. Aún cultivo la amistad con amigos y amigas que surgieron de aquella experiencia laboral, y aunque como en todos lo trabajos hay cosas buenas y cosas menos buenas, la experiencia fue enriquecedora.

Uno de los directores de la empresa - un peculiar visionario que todavía está por dar lo mejor de sí - tenía un mantra reiterativo, constante y pesadísimo (claro, era un mantra, tiene que ser así). Decía que con la globalización e internet daba igual estar en Badajoz o en New York, las oportunidades eran las mismas. Y tenía toda la razon del mundo.

Años después un jovencísimo estudiante apellidado Zuckerberg comenzó a crear un portal para conocer a las chicas de su universidad, y la cosa creció hasta dominar el mundo desde Facebook.

Whatapp también surgio de la mente inquieta de un humilde joven que subsistio años gracias a la ayuda social para emigrantes, y que consiguio revolucionar las comunicaciones en todos los rincones del planeta Tierra. Unos años después, Jan Koum vendió Whatapp a Facebook por 19.000 millones de dólares.

Mientras, otro no tan joven se empeñaba en crear una web para vender libros. Hoy Jeff Bezos es el más rico del mundo desde las alturas de Amazon vendiendo todo lo que puedas necesitar.

Mi jefe en aquellos lejanos años noventas tenía razón, desde Badajoz también podemos comernos el mundo si aparcamos los complejos y nos atrevemos a imaginar nuevas herramientas que sean útiles para millones de personas. Tengo algunas sencillas apps publicadas en Google Play, más como entretenimiento que por otro motivo. En todas me gusta poner "Hecho en Badajoz para todo el Mundo".

Estos son algunos de los motivos por lo que en Ideando apostamos por enseñar programación a todos los que estén interesados en aprender. Solo se vive una vez, y muy rápido, por eso hay que atreverse a ser osados y querer cambiar el mundo desde nuestro privilegiado rincón extremeño. O al menos, soñar con ello.

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